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Ese lastre que debo arrastrar toda la vida. Porque resulta que sólo soy yo la culpable.
Admito mi culpa. Y la de los demás. Porque está bien.
Hay que llevar la carga del punto A al punto B y no desesperéis, yo sola puedo con todo. Nunca he requerido la ayuda de nadie.
Cuando me equivoco, no en pocas ocasiones, me miras, callas, me das la espalda y me dejas así, tratando de entender lo que hice mal.
Lejos de decirme lo imbécil que soy, lo estúpida que parezco, prefieres callar, dar la espalda y dejar al rencor, al odio y al resentimiento actuar. Porque sabemos que esa enorme bola jamás dirá perdona, o fue inconscientemente.
Además, en ocasiones eso es mejor que admitir tu parte de culpa. Porque bien es sabido que yo puedo ir de A a B con toda esa carga.