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domingo, 16 de octubre de 2011

Cuando "La casa de la Pradera" se convierte en una españolada

Hermanos forzosos. No hay dinero para la emancipación, las ingenierías tienen proyecto. Genial, añade otro año más. Caos y desolación. Discusión. Cuidado, ojo, que te estoy amenazando, increpa el sujeto A. Que como no me des lo que pido deberás atenerte a las nefastas y sobretodo dolorosas consecuencias. Ojito, ojito.

¿Muerte?, ¿U.C.I?, ¿bazucas?, ¿antrax?, ¿lásers que te dejan ciego? Inmediatamente el sujeto B teme lo peor.

Entonces es cuando el sujeto A lleva a cabo su escrupuloso y milimétricamente elaborado plan: descuelga el teléfono exactamente en el ángulo previamente estudiado, tal que exista el menor coeficiente de rozamiento entre el auricular y la base del teléfono para no extenuarse de la ardua tarea, marca un número relacionado con la cúspide de la diplomacia de este país y se chiva al progenitor del sujeto A y B. Rezuma madurez por los cuatro costados. Ajá. Ajá.

Y que me había levantado yo en plan de buen rollo y me lo corten así, de esta manera. No hay derecho:
A-C-U-S-I-C-A.