La cuenta atrás ya ha empezado. Recordadlo: la vejez es fea. Nos deja la piel flácida, nos añade arrugas, a veces incluso nos hace rencorosos, nos vuelve torpes, lentos, a nosotras nos hace maniáticas, a vosotros se os van las ganas de duchaos; nosotras seremos menopausicas; vosotros bien enseñaréis la hucha, bien llevaréis pantalón hasta los sobacos. Sólo nos quedará observar las obras del edificio de enfrente.
Algunos amigos estarán muertos, otros nos habrán olvidado. Tendremos que tomar las pastillas rojas... y las azules, las blancas también. Puede que necesitemos pañales, que nos caguemos en los pantalones. Molestaremos a los vecinos con la tele a todo volumen. Mis peores pesadillas se harán realidad y nuestros dientes comenzarán a caer. No podremos comer frutos secos, ni saborear un dulce por los niveles de azúcar. El médico nos dará la vara con el colesterol. No podremos andar totalmente erguidos. Puede que nos rompamos la cadera en la ducha y no sé que más.
Os atrevíais a reíos de la vejez. Pero qué creíais, ¡¿que eso le pasa sólo a los demás?!,
La vejez es fea. Ya lo sabéis. Así que aprovechad ahora para hacer puenting, para visitar el Machu Picchu, subir a la Torre Eiffel y ver la Aurora Borealis. También para hacer el amor de corazón y con toda vuestra pasión al menos una vez; para amar y por supuesto para perdonar.
Aprovechad ahora que no sufrís de incontinencia y subid a la montaña más alta. Pasadlo mal y también bien. Coged un coche e id a escalar. Discutid con un agente de la autoridad o con el revisor del metro. Mandad a la mierda al imbécil que os importuna, tumbaos en el suelo y escuchad vuestra alma fatigada unos instantes mientras escucháis una canción en inglés. Sentid la música en vuestra piel, sentid lo que importa, lo que no importa abandonadlo. No hay tiempo para ello.
Cuando no sepáis que haced, visitad un templo y observad a los que rezan. Coged el primer libro que veáis y leed la página 78, gritad lo primero que se os ocurra después. No hagáis muchas colas, evitad los supermercados con cajeros/as lentos, agradeced de corazón a los rápidos, por regalaos unos preciosos instantes. No esperéis el autobús mucho, caminad hasta la siguiente parada mejor. Siempre habrá algo mejor que valorar. Comed, respirad profundamente, sentid su corazón palpitar junto al vuestro, disfrutad de esa pequeña batalla para alcanzar el climax más placentero.
Desistid un momento para impulsaos con más firmeza instantes después. Sed puros y auténticos, sed de corazón. Sentid odio, tristeza, aprehensión, ira, miedo. Sentid alegría, euforia; sentid esas ganas de correr a toda pastilla cuando no podéis controlar la felicidad... o la infelicidad. Saltad sobre un charco, bañaos en un lago en enero. No sé qué más. Recordad; la vejez es fea pues, entre otras cosas, no podremos controlar nuestras ganas de cagar. Así es.