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jueves, 9 de octubre de 2014

La primera vez

-Llevas gafas de sol. Te dan clase. 

-NO, la verdad es que no.

-Pues lo parece. 

-Pero no es así.

-Podría permanecer aquí en este ascensor durante horas.

-No, sabes que no es cierto. Dice ella mientras mira hacia la puerta del ascensor, con la cabeza quizás ligeramente inclinada hacia arriba, como imaginado cada plantas del edificio que deja atrás, sin mirar a su interlocutor que le habla al lado derecho.

-No. Déjalo, nunca lo admitirás.
Ella trata de esconder una ligera sonrisa, con escaso éxito.

-Lo llaman amor, dice ella con tono burlón.

-Debe ser eso, pero eso no seré yo el que lo admita.

-Eso está bien (continúa insistiendo en esconder la sonrisa). Él también. Entonces él llega a su planta. Ella continúa en el ascensor hasta un par de pisos más arriba.

-Hola de nuevo, parece que el destino ha querido que nuestros horarios coincidan.

-Sí, debe ser eso... o esta maldita adicción llamada tabaco.

-Pero esta vez no llevas las gafas. Es deprimente.

-Están en mi mano.

-Lo sé. Póntenlas.

-Tienes razón.

-Ves, ahora todo el ascensor parece más jovial.

-Eso no es bonito. Escucha. sabes que todo esto es interesante.

-Claro que lo sé por eso quiero continuar.

-Escucha, la verdad es que no me voy a dejar llevar. No tengo ningún tipo de trauma parental, ni quiero pasar el resto de mi vida junto a ti.

-Sabes que sí. Es así. Cuando me miras me lo dice indirectamente.

-Sí, es cierto, cuanto te miro te lo digo, pero seamos justos, me interesas tanto que me casaría contigo, probablemente incluso tendría un hijo contigo, compraría hasta una casa, para después, mientras tú te aburres en dicha casa porque ya no tienes que acudir al trabajo, yo te pondré los cuernos con el primer capullo que encuentre... y te quiero, pero yo tendré vitalidad, que a ti te faltará y entonces, ¡plafff! en un momento de debilidad te traicionaré con el primer gañán gilipollas que se me cruce en el trabajo. Porque yo tendré que acudir puntualmente a mi puesto de trabajo mientras tú haces lo imposible por no aburrirte en casa, solo con tu incontinencia... y ya está. Es así. Dejémoslo ahora que ha sido perfecto. He disfrutado tanto, cada segundo, cada recoveco de ti... He saboreado la dicha con tan sólo mirarte a los ojos cuando estás sobre mi. Sólo Dios sabe que ha sido así. 
Joder, te aseguro que creo que eres repelentemente perfecto y no entiendo cómo: tu cara, tus ojos, tu sonrisa, tu saber hacer, tu saber estar, esa postura corporal que adoptas cuando expones tus argumentos, suenas tan convincente,... tu capacidad de liderazgo, ese "buenos días" con el que ocultamos lo nuestro frente a los demás, ¡mierda!, ¡¿cómo consigues ese bronceado también?!
No sonrías mirando al suelo. Odio a la gente que lo consigue todo con tan sólo desearlo. Quiero que conozcas el fracaso por una vez. Aunque eso signifique mi debacle final.
Jugamos y ganamos; retirémonos en el punto culminante del momento, sin conocer la auténtica derrota. Saborearemos, recordaremos, idealizaremos nuestra victoria y al final, siempre me llamarás para decirme lo genial que fue ese momento. Incluso cuando lleves pañales. Incluso así, yo te responderé con esa sonrisa que en tantas ocasiones trato de esconder. Siempre.

-Eres una llorona, hablas demasiado rápido, lo que dices no tiene sentido y además, tienes miedo de lo que piensen los demás.
Sabes, el ser humano ansía tanto El Momento que hasta que no la jode no desiste de dicho momento -dice con tono socarrón y gesticulando exageradamente mientras le habla inclinando su cuerpo levemente hacia el oído de su interlocutora, la cual sigue mirando hacia la puerta del ascensor. Tú tampoco podrás; no eres un robot con gafas en un ascensor. Sabes que no será suficiente este momento y que esperarás cinco segundos más, cinco minutos más, cinco momentos más en búsqueda de algo mejor que la propia perfección; hasta que un día el orgasmo pasa y todo se convierte en decepción. 

-En serio, soy la única que piensa que este ascensor es excesivamente lento y que el edificio parece tener 2000 plantas? -dice con tono burlón- Debe ser un ascensor para charlatanes de poca monta.

-Sí, lo eres. A mi se me pasa el tiempo volando aquí. Son los mejores momentos del día.

-Es cierto.

-¿Lo del ascensor?

-No lo de que el ser humano se ancla tanto en El momento que hasta que no la jode, no desiste.

-Es el la primera vez que me miras directamente a los ojos en el ascensor.

-Sí, lo es.


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-Pero no olvides la reunión de las 5, repasaremos los puntos acordados y por supuesto, entrega a mi secretaria la lista de proveedores.