.

.

domingo, 12 de agosto de 2012

Sueño del día VIII

Un duro día de trabajo. Un duro día de esos en los que deseas llegar a casa y simplemente dormir. Un día de esos. Todos lo tienen. Desabrochar botón a botón la camisa. Luego el cinturón, los pantalones, luego... en fin, lo que sea. Un pijama a rayas. Horrible. Se quita las gafas y yace sobre su cama, la cabeza sobre la almohada, luego trata de dormir, se desvela unos instantes y vuelve a dormir, adormecimiento, sueño ligero, sueño profundo, fase delta y por fin, fase REM. Un ruido se oye de fondo: ¿un insecto? No. ¿Nada?, quizás. De repente otro sonido aún más sigiloso. Acojonante. Nada. No es nada. Olvídate ya. De repente otro. ¿Me levanto?, ¿qué hago?, ¿preferir la ignorancia?, ¿ignorar y agonizar? Otro sonido. Todo está oscuro. Ahora no sé diferenciar si no quiero moverme, o simplemente no puedo. Instantes después siento un ligero pero vibrante movimiento en la oscuridad. No es humano. Viene desde arriba. No anda, no repta, no salta. Se dirige hacia abajo. Ahora quiero moverme. Ahora no puedo. Debe ser mi estado de nerviosismo. Otro sonido. Trato de moverme. Intento fallido. Quiero encender la luz. No puedo poner el pie sobre el suelo. Ahora se escucha de nuevo algo. Esta vez más cerca. De repente, noto un ligero y momentáneo movimiento en mi sábana. ¿Qué es esto?. Ya está bien, quiero moverme, ¡que se haga la luz!, ¡maldita sea!. Ahora el sonido es más próximo, un ligero y oscuro revoloteo. Mis pulsaciones se aceleran, mi ser se mueve y grita estrepitosamente, pero en lo que a corpóreo concierne, ni un reflejo espasmódico. ¡¿Qué es?! Pulsaciones más veloces. Ahora ese revoloteo se siente sobre mi cama. Ha tocado mis sábanas, !¿qué es?! ¡oh dios mío!, ¡¿pero qué es?!, ¡no, no quiero morir!, ¡¿qué es?!. Entonces ya no sólo hay un revoloteo o un ligero toque sobre mis sábanas. Ahora sobrevuela sobre éstas una y otra vez rozando mi cama una y otra vez, ¡oh dios mio!, ¡¿qué es?!, ¡por favor, quiero correr!, ¡quiero gritar!, ¡quiero huir!, pero, ¡¿qué ocurre?! una y otra vez. Ahora entre mis sábanas, puedo sentir como aumenta de tamaño conforme decrece la distancia con respecto a mi ser. Es oscuro, siento su color, pero no su fisionomía, puedo comprobar cómo mis sábanas son arrastradas por lo que quiera que sea, mis sábanas sobrevuelan, yo no puedo moverme, ni gritar, ni pedir auxilio, ni ... ni nada. Ahora siento que mi ser se despega de mi, que se cae al lado de la cama, que se da un golpe en la cabeza contra la mesilla durante la caída, pero yo sigo ahí, inerte, sin gritar, sin desbocar todo mi miedo, sólo noto palpitaciones, pulsaciones ahora más lentas pero contundentes. Creo que hasta el ser puede escucharlas. Mi cabeza está dolorida por el golpe, pero yo sigo inherte postrada en el mismo lugar. ¡Déjame salir!, ¡déjame huir!, ¡muévete!, maldita sea ¡muévete!, ¡no quiero morir!, ¡muévete! corre, huye grita, pero aléjate de esa luz, ¡rápido!, sé que puedo. Entonces me despierto y compruebo ahora sí, que puedo moverme y , respirando aliviada, con las pulsaciones aún a cien, carraspeo para comprobar que la pesadilla no se ha llevado mi voz consigo,  que mi garganta puede emitir algún sonido. Joder, vaya mierda de sueño.