-Hola.
-¿Se acuerda usted de mi?
-Claro... claro.
-Sabe, es la única persona de este mundo con la que puedo contar, porque no importa lo que pase, sé que siempre estará aquí.
-Bueno, eso es lo que tú crees. Me voy de la ciudad.
...Y efectivamente se fue de la ciudad.
Hay que ver la película para comprender este diálogo. Curioso como un diálogo que se repite hasta la saciedad en el 50% del cine americano, incluso con un sentido similar, o quizás no, lo plantee de una forma tan diferente.
Y al día siguiente me levanto pensando en la película y en cierto modo haciéndome tilín el tito Buscemi... madre de dios...
Esa tristeza, ese lúgubre personaje, esa indefensión, ese tapizado que me llena
de cierta sensación de cutrez y asco, esa canción, esa soledad, esa decepción, ese
sentimiento de ser el hazmerreír, ese aislamiento, pero ese hilo de esperanza, esa penumbra, esa imaginación, esa armadura, ese anhelo.
Todo ese estado se introdujo en mi durante unos días.