Antes de leer, dale al play. Más que nada para ambientarte.
(Lo sé entramos en otoño y no en primavera, pero va más con el relato proporcionándole un toque aún más sarcástico si cabe).
¡Oh!, ¡idílico lugar este en el que vivo!
¡Oh!, ¡dulce, y ansiada lluvia!¡Estás aquí!
Has apartado de esta asquerosa ciudad el apestoso calor, esos guiris ebrios en calcetines con chanclas y otros beodos, los bronceados tono tapizado-sofá de cuero, pero sobre todo, los funestos impúberes que tengo como vecinos gritando bajo mi balcón. Conspicua tarea al evidenciar lo que es aún mejor: también diluyes sus malditas y repugnantes orinas (sí, tal cual leéis...)
¡Por qué no!, y por la sudadera que has hecho que me ponga.
¡Muere verano, muere!
En serio, ¿por qué no vienen ya meaditos de casa? Y lo que es peor, ¿por qué los padres no recriminan ese acto tan incívico?
Mis sandalias lo agradecerían y yo dejaría de andar por este barrio como si fuera pisando huevos...