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domingo, 22 de abril de 2012

Una historia de amor

Entonces él me confiesa que miraba mi correspondencia, que ojeaba la agenda, que lo sabía todo, también el historial de mi ordenador, el del médico y hasta el judicial (una vez me detuvieron por exhibicionismo, o por conducir bajo los efectos del alcohol, ¿o todo lo que cuento jamás sucedió? no lo sé). Mi cabeza apunta hacia el suelo, la mirada hacia él, sonrisa sugerente. Me divierte, porque me encanta el patetismo de nuestras vidas. ¡A la mierda la confianza! Ahí residía el éxito de la relación: el patetismo, el ya nada importaba nada y ni siquiera eso nos importa. Transparencia infinita. Una vez más: "Ser un perdedor está infravalorado".



Fuente, Chelvoski.