Sí señores, es lo que debemos hacer todos cuando finiquitamos un trabajo para la universidad. Eso, o te arriesgas a exponerte a cierta vergüenza por esas erratas ciertamente inverosímiles.
En esta ocasión, yo tan maja que soy confundí un modelo para el cálculo de unas constantes que no vienen al caso, llamado "Modelo Pitzer" y en su lugar lo rebauticé como "Modelo Pretzler" ese manjar tan típico de la gastronomía alemana. Para el caso era lo mismo: un rosco como el que me voy a comer yo en la asignatura como no me centre en los exámenes y deje de escribir en el blog. Total, tampoco creo que la pérdida fuera enorme. Yo sé que lo superaréis ¡uaaajajaja!
Pero hubiera molado ver la cara de escepticismo e indignación de la profesora.
En fin, continuaré cambiando el nombre de las 40 tablas en las que lo escribí, y lo que es peor: ¡reimprimir! Qué le vamos a hacer...